El último viaje de mi suegra al extranjero tuvo una escala en la bella ciudad de Roma, italia. De ese lugar me trajo una carterita muy práctica, pero que ahora alberga la última joya tecnológica de la familia: Un iPod.
Como todos saben los únicos lujos que cruzan en mi hogar son de tecnología Apple, somos parte de esa comunidad que le gusta la funcionalidad y el minimalismo que la marca ofrece. Conforme pasa el tiempo nos hemos dado cuenta que es una excelente inversión a largo plazo.
Vamos haciendo un poco de historia ; El iPod abrió la era de la venta de música online, canción a canción, además de introducir a Apple en un nuevo mundo de dispositivos que más tarde, con el iPhone y el iPad, catapultaron a la empresa.
"Hay otros reproductores musicales, pero nadie se ha enterado de qué va el asunto. Apple ha inventado una categoría nueva que permite tener tu colección entera de música en el bolsillo. Escuchar música nunca volverá a ser lo mismo", aseguró Steve Jobs en 23 de octubre de 2001. Y tenía razón, porque ese pequeño dispositivo blanco que Jobs sacó de su bolsillo y que presentó al mundo con el nombre de iPod iba a suponer ni más ni menos que tres revoluciones.
Primero en la industria musical, que a principios de siglo vivía una de sus etapas más oscuras por culpa de la piratería. Las discográficas no vendían online y los grupos demandaban a sus fans por descargar su música de programas como Napster, pero con la llegada del iPod -y con iTunes- la gente empezó a pagar por la música digital.
El segundo gran cambio llegó en nuestra forma de consumir música: el álbum había muerto y a partir de entonces se comprarían canciones.
Por último, Apple abría una nueva etapa en su historia, la de la movilidad, que luego continuarían el iPhone y el iPad, para convertir a la firma de la manzana en la empresa más valiosa del planeta.
Simplemente era mejor
Como había dicho Steve Jobs, el iPod no fue el primer reproductor de música. ¿Qué le hacía entonces diferente? Simplemente, era mejor. Tenía más memoria (en la primera versión cabían 1.000 canciones, en la segunda 4.000 y en la tercera 7.500), era más pequeño, simple de manejar y transferir música desde el ordenador era más rápido.
Además, tenía iTunes: en 2003 se convirtió en el primer reproductor con una tienda de descargas asociada y apoyada por las grandes discográficas, donde se podía comprar una canción por 99 céntimos de dólar.
El éxito no tardó en llegar. Dos años después de su lanzamiento se habían vendido dos millones de iPods y el dispositivo ya se podía sincronizar en ordenadores con Windows. Mientras, sólo en su primera semana iTunes vendió un millón de canciones, 10 millones al acabar el año.
Luego llegarían los iPod mini, nano, shuffle y touch, y la posibilidad de ver vídeos, hacer fotos o descargar apps, así como la apertura de iTunes a otros países y su consolidación como el mayor vendedor de música de EEUU -por encima de Wal-Mart- en 2008.
Hoy, los smartphones han relevado al iPod y a otros reproductores como el dispositivo preferido desde el que escuchar música, pero nadie puede negar la influencia de aquella caja blanca cuadrada ideada en la mente de Steve Jobs, Jon Rubinstein, Tony Fadell y Jonathan Ive.
Bien, después de esta breve historia, quiero comentarles que mi esposo es una persona convencida de que vale la pena invertir mas en calidad que en cantidad. La tecnología Smart vino para quedarse, al menos en mi casa.
N.B. Este artículo contiene segmentos extraídos de : expansion.com